El estrés
¿Qué
es el estrés?
El
estrés es la respuesta automática y natural de nuestro
cuerpo ante las situaciones que nos resultan amenazadoras
o desafiantes. Nuestra vida y nuestro entorno,
en constante cambio, nos exigen continuas adaptaciones;
por tanto, cierta cantidad de estrés (activación)
es necesaria. según lo platea Moscoso, S. (2009).
En
general tendemos a creer que el estrés es consecuencia de
circunstancias externas a nosotros, cuando en
realidad entendemos que es un proceso de interacción
entre los eventos del entorno y nuestras respuestas
cognitivas, emocionales y físicas. Cuando la
respuesta de estrés se prolonga o intensifica en el tiempo,
nuestra salud, nuestro desempeño académico
o
profesional, e incluso nuestras relaciones personales
o
de pareja se pueden ver afectadas.
Moscoso, S. (2009) plantea que la
mejor manera de prevenir y hacer frente al estrés es
reconocer cuándo aumentan nuestros niveles de tensión
y ante qué estímulos o situaciones.
Síntomas
de estrés
Las
señales más frecuentes de estrés son: Emociones:
ansiedad, irritabilidad, miedo, fluctuación del
ánimo, confusión o turbación. Pensamientos:
excesiva autocrítica, dificultad para concentrarse
y tomar decisiones, olvidos, preocupación por
el futuro, pensamientos repetitivos, excesivo temor
al fracaso.
Conductas:
Tartamudez u otras dificultades del habla, llantos,
reacciones impulsivas, risa nerviosa, trato brusco
a los demás, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas;
aumento del consumo de tabaco, alcohol y
otras drogas; mayor predisposición a accidentes; aumento
o disminución del apetito.
Cambios
físicos: músculos contraídos, manos frías o sudorosas,
dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello,
perturbaciones del sueño, malestar estomacal, gripes
e infecciones, fatiga, respiración agitada o palpitaciones,
temblores, boca seca.
¿Cómo
se produce el estrés?
Los
eventos externos como generadores de estrés no necesariamente
deben ser muy notorios o intensos, sino que
pueden “acumularse” en sus efectos hasta que llegamos
al límite. La manera en que interpretamos y pensamos
acerca de lo que nos ocurre afecta a nuestra perspectiva
y experiencia de estrés. De manera que con frecuencia
es nuestra interpretación lo que genera (o potencia)
una reacción negativa de estrés, más que el evento
o situación a la que nos enfrentamos. Como
ejemplo tomemos el caso de un alumno acostumbrado a
Matrículas y Sobresalientes que obtiene Aprobado
en un trabajo. La idea de que esa nota le puede
afectar a su expediente académico y con ello a sus
posibilidades de conseguir una beca o trabajo al que
aspiraba, puede tener un efecto amplificador o multiplicador
en su nivel de estrés convirtiéndolo en ansiedad.
Nuestra
reacción a las situaciones del entorno, está también
afectada por nuestro nivel general de salud y bienestar.
Una persona que está siempre agobiada, que
duerme poco y no come de manera equilibrada, probablemente
disponga de menos recursos para afrontar
situaciones difíciles. La clave está en que logremos
equilibrar descanso, alimentación, ejercicio físico,
trabajo-estudio y ocio.